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La recaudación ligada al ladrillo aumenta un 30% desde el mínimo alcanzado en 2012

Sin embargo, aún representa la mitad de lo tributado en el boom inmobiliario cuando se vendían algo más de 900.000 viviendas al año

Reportaje

Los ingresos tributarios por inmuebles de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos están creciendo al mayor ritmo desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, según cuenta el periódico El País en un reportaje. Entre junio y el pasado septiembre, la compraventa de viviendas registró el mejor trimestre desde 2008. Aunque las cifras aún está lejos del boom de 2006, cuando se vendían algo más de 900.000 viviendas al año, la recaudación por esta actividad comienza a recobrar el pulso. Hasta septiembre, los ingresos por el impuesto sobre transmisiones, que se paga con la venta de los pisos, aumentaron un 15%. Desde que comenzó la recuperación, este impuesto ha engordado un 32%.

El pulso de la construcción comienza a latir con más fuerza y la compraventa de viviendas, sobre todo de segunda mano, se está acelerando en nuestro país. Durante el pasado trimestre se vendieron 121.526 inmuebles, según la estadística oficial del Ministerio de Fomento. Es el mejor registro desde el oscuro 2008, cuando la economía mundial se deslizó por un profundo pozo del que nos costó salir una década. Aunque el sector inmobiliario está de enhorabuena, aún no disfruta de la fiesta desenfrenada de 2006 cuando se vendían más del doble de viviendas que en la actualidad.

Pero el despertar del sector está contribuyendo a llenar las arcas públicas de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. La recaudación por impuestos vinculados directamente al ladrillo ha crecido un 30% desde el mínimo registrado en 2011. El año pasado las administraciones públicas (Comunidades y Ayuntamientos) ingresaron más de 25.000 millones de euros por los tributos relacionados con la construcción: impuesto de transmisiones patrimoniales, actos jurídicos, patrimonio, IBI, plusvalías, construcción y obras, licencias...

En esta relación no se tiene en cuenta el IVA que se aplica sobre la adquisición de la vivienda nueva. Este tributo indirecto aportó en 2016 unos 1.610 millones a las arcas públicas, casi un 60% más que en 2011, según datos de la Agencia Tributaria.

El IBI siempre sube

Aunque la evolución de los ingresos vinculados al ladrillo permiten a los alcaldes y presidentes regionales esbozar una sonrisa, aún están a años luz de la cima registrada en 2006, en pleno boom. En aquella época de excesos, la cosecha por estos impuestos aportó casi 31.500 millones.

De hecho, sin contar con el IBI, la recaudación por impuestos inmobiliarios es menos de la mitad que en 2006. 

Se trata de un impuesto sobre el stock de vivienda, que no recoge del todo la caída del precio del ladrillo. El IBI ha servido a los Ayuntamientos para compensar la caída de otros ingresos.

En el extremo opuesto, uno de los impuestos que más se resintió durante la crisis y que empieza a levantar cabeza es el Impuesto sobre construcciones y obras (ICIO). Este impuesto municipal sobre la construcción llegó a aportar casi 2.500 millones a las arcas locales en 2006. Una década después, los ayuntamientos ingresan cerca de 700 millones por este impuesto.

En el ámbito autonómico, el principal impuesto sobre el ladrillo es el de transmisiones patrimoniales (ITP), que grava la compraventa de vivienda de segunda mano. El tipo medio del ITP estaba en torno al 6% hace una década. Ahora Extremadura y Baleares tienen tipos del 11%, casi el doble. Madrid es la autonomía donde resulta más barato fiscalmente comprar vivienda. Pero como el valor de los inmuebles es más elevado que en el resto de España se termina pagando más.

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